13 febrero 2009

Siguen los ataques contra el Directo


Ya son varias las ocasiones en las que en esta bitácora hablo de la desidia con que tratan las administraciones la línea de ferrocarril directa Madrid-Burgos, la última gran obra ferroviaria anterior a la fiebre de la alta velocidad, una obra que bien utilizada y explotada podría rendir un servicio impagable a la sociedad pero que todos parecen querer cargarse a toda costa. Tal vez no lo han hecho aún al no existir una línea de alta velocidad que enlace directamente Madrid con el Norte. El día que esto sea así, me temo que el Directo pasará a ser historia.

Porque, ¿qué podemos pensar al leer noticias como la aparecida en el Diario de Burgos el pasado 22 de enero? Resulta que cuando se construyó el Directo, se intentó evitar a toda costa que la pendiente máxima pasase de 10 milésimas en todo su trazado, lo cual implicó que la distancia de la capital con Burgos fuese por esta línea 40 kilómetros más que por carretera. De esa manera las limitaciones para los trenes de mercancías, por ejemplo, eran pocas y además suponía una ventaja más sobre la preexistente línea de Madrid a Burgos por Valladolid que se unía al atajo que su trazado supone. Pues bien, en una obra reciente, un tramo de sólo 3,6 kilómetros que se ha acometido en el marco de la reordenación ferroviaria de Burgos, el Ministerio de Fomento ha tenido la feliz idea de poner una rampa de 18 milésimas. Como la normativa ferroviara exige que sea la rampa máxima la que establezca las características de una línea, ese breve y reciente tramo limita ahora todo el trazado del Directo a 18 milésimas, inhabilita los 280 kilómetros restantes, hará que se disparen los costes del transporte y es otra piedra más lanzada en este vergonzoso acto de lapidación. Los ciudadanos ya saben a quién agradecer que se multiplique el tráfico de camiones por la A-1.