16 junio 2010

Pepiño hiere de muerte al Directo


La crisis golpea fuerte... Si bien al principio pareció que en el mundo del ferrocarril la cosa sólo iba a afectar a retrasos o paralizaciones de las obras del AVE (bronca especialmente en Cantabria, donde su simpático presidente dejó de serlo cuando le dijeron que el "suyo" sería una de las víctimas), ahora ha vuelto a resurgir el fantasma de la "falta de rentabilidad". El mismo que llevó, a principios de los 60, a la paralización de numerosas obras ferroviarias que ya arrastraban enormes retrasos debidos a la guerra civil y a otras muchas causas, y que hace ahora 25 años provocó el cierre de miles de kilómetros de vías férreas.

En la fenecida época de vacas gordas alguien debió de descubrir una nueva gallina de los huevos de oro: el AVE. Hay previsto AVE a todas partes, los caudillos locales quieren su AVE como Franco quiso terminar el Directo en una época en la que ningún país de Europa construía ferrocarriles, lo utilizan como arma arrojadiza, como motivo de queja, como... lo que sea con tal de mantenerse en el poder. El árbol del AVE no nos ha dejado ver el bosque y tal vez se han descuidado otros aspectos como el de las mercancías, que no vendría nada mal que se quitasen camiones de las carreteras.

Pero no. El AVE y sólo el AVE. Y si los recortes presupuestarios impuestos a España han de paralizar la niña bonita, que se ate los machos el ferrocarril convencional. Y dentro de él esa línea que tantas agresiones lleva sufriendo desde hace mucho: subida injustificada de tarifas de mercancías para espantar a los clientes; si eso no era suficiente, una variante en Burgos con una rampa excesiva que condiciona toda la línea y limita enormemente el tráfico de mercancías y ahora... Pepe Blanco, el ministro de Fomento, diciendo que no es posible mantener una línea que sólo lleva cuatro pasajeros al día desde Burgos a Madrid.

Así que mucho me temo que pronto el Directo pasará a la historia. A la triste historia de tantas líneas que se fueron al garete por la inutilidad de los gobiernos y su falta de sensibilidad ferroviaria.