Tras larguísimos años de espera, tras demoras que han traído su cola política, por fin llegó el AVE a Barcelona y se colma el sueño de unir las dos principales ciudades de España mediante el tren de alta velocidad. Ya se puede llegar a Barcelona desde Madrid y viceversa en un medio de transporte que es competencia directa del avión, tardando más o menos lo mismo, gastando y contaminando menos y sobre todo no teniendo que aguantar las cada vez más insoportables medidas de seguridad de los aeropuertos.
A un pasito queda así la unión de la red española de alta velocidad con Europa, cuando se salven los ciento y pico kilómetros que quedan hasta la frontera francesa.
Como aficionado al ferrocarril no puedo sino alegrarme con esta noticia pero... Vuelvo a lo de siempre. La alta velocidad está muy bien. Las cercanías están muy bien. ¿Qué va a pasar con lo que cada vez con más desprecio se llama "ferrocarril convencional"? ¿Acaso vamos a tener que empezar a decir que el ferrocarril del futuro será de alta velocidad o no será? ¿Que hay de las relaciones de menor distancia en las que no es rentable mantener un servicio de alta velocidad? ¿Qué hay de las mercancías? ¿Tenemos que seguir soportando el sin duda excesivo tráfico pesado que hay en las carreteras? Demasiados interrogantes para que el árbol de la esperanza del AVE no nos deje ver el bosque del futuro del "otro" ferrocarril.
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