Leo un artículo en Negocios.com que me da que pensar. Se titula de forma parecida a este mensaje, ¿Por qué a las mercancías no les gusta el ferrocarril? y en él se reflexiona sobre por qué, tres años después de la liberalización del transporte ferroviario de mercancías, éste no hace más que retroceder en favor de la carretera.
Da que pensar por varias razones. La primera, que parece ser -y la actual crisis económica mundial lo está demostrando- que los dogmas neoliberales se muestran mucho más débiles de lo que sus promotores pensaban y que liberalización no es siempre sinónimo de competitividad y de reducción de precios y costes. Según el mencionado artículo, desde el 1 de enero de 2006 (fecha de entrada en vigor de la liberalización), las tarifas del transporte de mercancías por ferrocarril han aumentado un 40% y las empresas que han obtenido licencia para operar más que competir con la hegemónica Renfe se han puesto a trabajar para ella.
¿Quiere esto decir que hay que dejar de lado este tipo de transporte? No. En el mismo correo en el que me llegaba esta pesimista noticia venía otra, en este caso del Diario vasco, en la que casi con júbilo se anuncia que "Renfe sacará al año 12.500 camiones de las carreteras de Gipuzkoa con sus nuevos trenes". Es decir, sacar tráfico pesado de las carreteras es algo bueno y el ferrocarril tendría que ser uno de los elementos que más contribuyera a ello. ¿Por qué no es así?
Sumemos a esto la poca competitividad del transporte por carretera debido al desmedido precio de los carburantes (aunque la situación se ha temperado bastante desde el verano) que llevó a la salvaje huelga de junio pasado. Hablamos de una forma de transporte que cada vez es menos rentable, que contamina mucho y que siempre es un peligro y una molestia para la circulación por carretera. Entonces, ¿por qué cada vez se usa más y el ferrocarril está en retroceso? ¿Qué oscuros intereses hay detrás de estre extraño proceso? Preguntas con difícil respuesta...
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