Es una fecha que por desgracia se escribe en mayúsculas. Por desgracia, porque siempre traerá a la memoria la masacre que un hatajo de fanáticos perpetró en varios trenes de cercanías de Madrid y que se llevó por delante a 192 personas. Un crimen cometido con la mayor de las crueldades, cobardemente, con el único ánimo de hacer todo el daño posible. Crímen inútil además, porque si para algo sirvió fue para demostrar que esta sociedad, que tantas veces parece dormida -en gran medida gracias a la acción narcotizante de los políticos de turno y sus coros periodísticos- es capaz de sacar lo extraordinario que tiene dentro cuando la necesidad obliga a ello.
Muchas víctimas se sienten, cinco años después, olvidadas. Ojalá este breve mensaje en una bitácora que apenas se lee sea un pequeño granito que contibuya a evitarlo...
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