13 noviembre 2006

Vandalismo disfrazado de (presunto) arte


Los aficionados al ferrocarril sabemos de la fijación que tienen ciertos vándalos con los vagones del tren. Cuando yo frecuentaba la línea de cercanías Madrid-Parla daba pena ver cómo trataban la vieja 276 que solía encontrarse estacionada cerca del antiguo puente de los Tres Ojos, la que se utilizaba ahora en el AVE, cada dos por tres con los espantosos pintarrajos a cuestas. Lo peor del caso es que los perpetradores de la gamberrada son cada vez más violentos; en el número de octubre de Vía libre se puede leer un artículo muy esclarecedor, donde se nos dice que Renfe ha de gastar el 18% de su presupuesto de seguridad en prevenir estos actos vandálicos, cuyos autores suelen aparecer en grupos y han tomado la costumbre de parar trenes en marcha para pintarrajearlos a la vez que amenanzan al maquinista para que no se le ocurra volver a poner en marcha la unidad. Al gasto en seguridad, además, hay que añadir unos cuatro millones de euros empleados en la limpieza de trenes.

Yo no niego que algunas pintadas muestran un cierto talento de sus autores, pero el problema es que esta práctica ha de conllevar siempre un componente transgresor. Es decir, no les vale con que, por ejemplo, el Ayuntamiento les deje un muro en blanco para que lo pinten, no. Tiene que ser en sitios "prohibidos", para que la cosa tenga más morbo y ellos se sientan más "héroes" fastidiando cuanto puedan a la "burguesa y decadente sociedad bienpensante". No hay más que darse una vuelta por la Red y leer alguna entrevista con uno de ellos para saber de qué va la cosa. Y mientras tanto, una de sus víctimas preferidas seguirán siendo los vagones del ferrocarril.

1 comentario:

rgr dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.