18 marzo 2006

Los ferrocarriles de vía estrecha


Tenía pensado ya dedicar la próxima entrada a los ferrocarriles de vía estrecha cuando, al hojear la revista Vía libre de este mes, que me ha llegado hoy, me he encontrado con la reseña de una obra de revisión histórica dedicada a ellos. Miguel Muñoz Rubio, autor que me es conocido por su exhaustiva monografía sobre Renfe, realizada en el cincuentenario de la empresa, dirige un grupo de 18 autores que en dos tomos repasan la historia de estos ferrocarriles que, mal o bien, han resistido hasta la actualidad. Buena pinta tiene, así que habrá que hacerse con ellos.

A finales del siglo XIX fue cuando se pensó en Europa en la vía estrecha como una alternativa económica al ferrocarril de ancho normal. En España se promulgó la Ley de Ferrocarriles Secundarios el 30 de julio de 1904; su propio nombre indica ya la idea que se tenía de ellos. A pesar de que se llegaron a tender más de 5.000 kilómetros de líneas de vía estrecha en España desde el principio tuvieron una gran cantidad de problemas que siempre los mantuvo en precario. A pesar de que se reconocía el valor del servicio prestado, las líneas iban siendo poco a poco abandonadas por las empresas privadas que las explotaban. Tan pronto como en 1926 el Estado tomó cartas en el asunto: ese año se creó la Explotación de Ferrocarriles por el Estado, que se puede considerar como el germen de FEVE.

La EFE se había ido haciendo cargo de nuemerosas líneas de ferrocarril de anchos diversos, pero tras la creación de Renfe, el 11 de julio de 1941, se quedó únicamente con las de ancho distinto al ibérico (la excepción es la línea de Navacerrada, la única de ancho métrico que perteneció a Renfe y hoy al ADIF). Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo para que, por el Decreto-Ley de 23 de febrero de 1965, la antigua EFE se convirtiese en el Organismo Autónomo Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE), dependiente del Ministerio de Obras Públicas. Su existencia fue siempre bastante precaria y casi se dedicó más a clausurar líneas que a otra cosa en sus primeros años. Desde 1972 se convirtió en lo que hoy se conoce como Entidad Pública Empresarial y parece que las cosas mejoraron. Se volcó en las líneas del norte de España, con las que daba (y sigue dando) un magnífico servicio, pero desde que con la restauración democrática se establecieron las Comunidades Autónomas, hubo de traspasar a éstas las líneas cuyo trazado estaba íntegramente dentro de sus territorios (especialmente en el País Vasco, Cataluña y Baleares). FEVE hoy explota unos 1.200 kilómetros de líneas, en la cornisa Cantábrica sobre todo y también en Murcia. Ofrece excelentes servicios de cercanías en Santander, Torrelavega, Gijón, Oviedo, Ferrol y Bilbao, un ya famoso tren-hotel de lujo (el Transcantábrico) y servicios regionales de viajeros y transporte de mercancías. Además, protagonizó una "resurrección ferroviaria" de las que ya se ven pocas (¡ay, esas líneas Santander-Mediterráneo, Valladolid-Ariza...!), la de la línea Bilbao-León, una de las más largas (si no la más larga) de Europa.

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