24 agosto 2006

Nostalgia

Mi afición por el ferrocarril se nutre mucho de la nostalgia. De viajes hechos en la infancia, en los que desde el coche se buscaba la vía que muchas veces nos acompañaba, de pasos a nivel que siempre esperaba que estuviesen cerrados para poder ver pasar el tren... Ver cómo la catenaria parecía acercarse y alejarse, como jugando, ver esos enormes contrapesos colgados de vez en cuando en algún poste, esa especie de puentes de cuerdas que había encima de los hilos eléctricos cuando la vía cruzaba bajo la carretera...

Quizás fuese en el pueblo cacereño de Hervás, donde fui de vacaciones con apenas cinco años, donde nació mi "manía" ferroviaria. Desde la ventana de la casa donde me alojé se veía un puente metálico del ferrocarril (siempre me llamaron la atención: de pequeño pensaba "cómo era posible que pasase el tren por ahí si no tenía vallas de protección...) por el que aún acerté a ver alguna locomotora de vapor. Después, los pasos a nivel, que siempre me fascinaron: aquél tan inmenso y peligroso que había en la Villa de Vallecas, cuando la Avenida de la Albufera cruzaba sobre el gran haz de vías que por allí pasa, los dos que había en una pequeña carretera que, desde la de Andalucía, llevaba a los pueblos toledanos de Mora y Orgaz. Uno se suprimió: esta cerca de la extrañamente grande estación de Huerta de Valdecarábanos (digo extrañamente grande porque está en medio de la nada); el otro, entre Mora y Orgaz, estaba junto a la desaparecida estación que precisamente se conocía así, como "Mora y Orgaz", por la que pude triscar de jovenzuelo para deleitarme con los viejos vagones de mercancías allí abandonados y con las pequeñas plataformas giratorias no utilizadas desde cualquiera sabe cuándo. Hoy pasa por allí la vía del AVE a Sevilla.

(Ya hace días que tenía pensado escribir este mensaje; entre tanto, ha vuelto a ocurrir otra tragedia relacionada con los ferrocarriles: seis muertos por un descarrilamiento en Villada [Palencia]. Otra vez de luto.)

04 julio 2006

Valencia


Es desolador que tras varias semanas sin escribir nada nuevo en esta bitácora el motivo para hacerlo sea el peor accidente en la historia de los ferrocarriles metropolitanos de España.

Es desolador que Valencia tenga que ser recordada por 41 muertos en un túnel del metro cuando en el mundo ferroviario tiene méritos sobrados para serlo por motivos mucho mejores.

Porque fue la primera ciudad, después de Madrid y Barcelona, en adoptar el metro como medio de transporte.

Porque fue la primera ciudad, después de que Zaragoza fuese la última en eliminarlos, en resucitar el tranvía como medio de transporte.

Porque tiene una de las estaciones ferroviarias más bellas de España: la del Norte.

Sin duda hay que recordar a las víctimas, jamás se podrán olvidar. Pero recordemos Valencia, ferroviariamente hablando por lo mucho bueno que tiene...

Mi abrazo virtual para todos los valencianos.

11 mayo 2006

El 28 de Lisboa

(Va a parecer que esta bitácora habla sólo de tranvías, pero es que son una de mis -muchas- debilidades...)

El último día de junio de 1972 fue también el de la postrer circulación de un tranvía por las calles de Madrid. Yo entonces tenía cinco años y medio; poco antes de la desaparición había hecho un viaje en el 70 (Plaza de Castilla-San Blas), por la calle de los Hermanos García Noblejas, que conservó los rieles en su parte central durante bastante tiempo. De ese viaje tengo un remoto recuerdo... Aquellas sillas de madera, el ruido, el traqueteo... Tuve que esperar casi un cuarto de siglo para poder subir de nuevo en un tranvía.

Fue en el verano de 1996, cuando visité por primera vez Lisboa. Una ciudad que no deja indiferente: o te fascina o la odias. Yo soy del primer grupo: me encantó. Y uno de los mayores alicientes de la visita era para mí volver a subirme en un tranvía.

Nuestro hotel estaba un tanto alejado del centro; el primer paseo hacia el corazón de la ciudad lo hicimos a pie y mi mayor afán era encontrar por fin las vías del tranvía. Se hicieron esperar, pero allí estaban. Creo que antes que ver cualquiera de los monumentos de la ciudad mi prioridad era subir en el tranvía, aunque no me llevase a ninguna parte. Tanto quería hacerlo que hasta metí bien la pata: estuvimos esperando un buen rato en una parada de una línea que estaba sin servicio...

Al fin bajamos hasta la Rua da Conceição, por donde pasa el mítico 28. En Lisboa hay ya tranvías muy modernos, pero el verdadero encanto está en los viejos vehículos de dos ruedas que recorren el centro histórico de la ciudad. Y entre ellos destaca especialmente el 28, que pasa junto a algunos de los monumentos y lugares más interesantes. Nosotros lo tomamos en esa rúa, una de las más conocidas de ese barrio de calles con trazado geométrico que se elevó sobre las ruinas del terremoto de 1755.

Fue una sensación inexplicable la de volver a subir en un tranvía desde hacía tantos años, desde mi niñez. Además, un tranvía bonito, por dentro y por fuera. Asientos de madera, paredes también forradas de madera, el tranviario delante con su "molinillo de café", los lisboetas sentados como si tal cosa, tal vez riéndose de los turistas embobados, el traqueteo, el ruido de las ruedas sobre las vías...

Nos llevó hasta una plaza que hay frente al cementerio dos Prazeres. Allí esperamos para tomarlo de vuelta hacia el centro y llegar con el hasta las puertas de la Sé, al pie del empinado camino que lleva al Castelo de São Jorge. Frente a la parada, una tiende de recuerdos para turistas donde me compré una camiseta que representaba esta línea que, por cierto, fue objeto de polémica años después porque se pretendió un gran recorte de su recorrido que incluso la ponía en peligro. Ignoro cuál será su situación en la actualidad...

07 abril 2006

La resurrección del tranvía en Madrid


Casi 34 años después de hacerlo desaparecer, las autoridades de Madrid van a resucitar el tranvía. Sin embargo, lo hacen con el nombre de "metro ligero", pues lo de "tranvía" aún les debe de sonar demasiado ancestral. Sea como sea, hay que dar la bienvenida a la noticia: por fin podremos volver a disfrutar de un medio de transporte rápido y limpio que cayó en una inexplicable desgracia en toda España. No así en muchas ciudades de Europa, que incluso llegan a presumir de tener la red más grande del continente (Viena).

Los proyectos que hay (algunos ya en construcción) son los siguientes:
  • Metro ligero Oeste, con dos ramales: Colonia Jardín-Boadilla del Monte, con 13 estaciones y 13,70 km. y Colonia Jardín-Pozuelo de Alarcón, con 12 estaciones y 8,7 km. En ambos casos (y en realidad, en todos los proyectos de tranvía), parte del recorrido es por túneles. La línea se bifurcará en la confluencia de las carreteras M-502 (Carabanchel-Aravaca) y M-511 (Madrid-Boadilla del Monte). La Comunidad de Madrid estima que dará servicio a cerca de 90.000 habitantes cuando se inaugure en la primavera de 2007
  • Metro ligero Pinar de Chamartín-Sanchinarro-Las Tablas, con 9 estaciones y 5,4 km., pensado para servir a las grandes promociones urbanísticas que se están desarrollando en la zona norte-nordeste de Madrid. Los usuarios potenciales son 40.000, según la Comunidad.

Se puede encontrar más información sobre estas líneas y sobre el resto de ampliaciones previstas de la red del Metro en la página Web de la Comunidad de Madrid.

23 marzo 2006

Fantasmas ferroviarios: la línea Valladolid-Ariza



En uno de los primeros mensajes ferroviarios de mis bitácoras hablé del viaje que hice por la provincia de Soria en el verano de 2002. No sólo pude admirar los magníficos bosques y parajes de esta desolada provincia (se habla mucho de "Teruel existe", pero ¿y Soria?), sino que también quedé pasmado al comprobar los kilómetros y kilómetros de vías férreas lamentablemente abandonadas que la cruzan. Una es la del célebre Santander-Mediterráneo, del que en su momento me ocuparé. Y otra es la del Valladolid-Ariza, línea inexplicablemente abandonada porque su rehabilitación y puesta al día podría suponer un enorme ahorro de kilómetros y tiempo en las relaciones transversales entre Galicia y Cataluña, por ejemplo.

La Asociación Burgalesa de Amigos del Ferrocarril mantiene en su página Web una información breve pero jugosa sobre esta línea, además de numerosas fotografías del trazado. De ahí extraigo algunos datos históricos. La concesión de esta línea data de 1882; en 1884 fue transferida a una empresa llamada "Compañía del Ferrocarril del Duero", que no debió de ser capaz de llevar adelante su construcción. Fue finalmente MZA quien se hizo cargo de ello y entre 1892 y 1894 se tendió esta línea, de 295 kilómetros de longitud. Entró en servicio el 1 de enero de 1895.

Parece ser que nunca tuvo un material ni un mantenimiento adecuados. A pesar de su excelente posición para mejorar las comunicaciones transversales, la precariedad de su infraestructura (que claramente se puede comprobar en la foto que encabeza este texto, correspondiente a las inmediaciones del pueblo vallisoletano de Traspinedo) fue la excusa que se esgrimió para declararla "poco rentable". Desde 1985 los tráficos eran ínfimos y sólo de mercancías y en 1994 se clausuró. Siguen en funcionamiento pequeños tramos en las cercanías de Valladolid, Aranda de Duero y Coscurita, utilizados por diversas empresas privadas.

También se puede encontrar bastante información en las páginas de la Asociación Soriana de Amigos del Ferrocarril.

Castilla y León es una Comunidad especialmente azotada por la desidia gubernamental por el ferrocarril. Parece paradójico decir esto en una época en la que estamos viendo un tremendo auge de la Alta Velocidad, en la que se están construyendo líneas de este tipo entre Madrid y Valladolid y se planea enlazar precisamente Soria a esta red. Sin embargo, como ya vimos con la Ruta de la Plata, como vemos ahora con el Valladolid-Ariza y como veremos con el Santander-Mediterráneo, esta fiebre de la Alta Velocidad no escucha las reiteradas peticiones de reapertura que llevan años produciéndose en esta región. En algún sitio leí que la línea Valladolid-Ariza, que cruza una de las regiones vitivinícolas más importantes del mundo, podría ser ideal para un turístico "tren del vino". Señores políticos, señores de Renfe, señores del Adif, un poquitín más de imaginación y sensibilidad, por favor...

18 marzo 2006

Los ferrocarriles de vía estrecha


Tenía pensado ya dedicar la próxima entrada a los ferrocarriles de vía estrecha cuando, al hojear la revista Vía libre de este mes, que me ha llegado hoy, me he encontrado con la reseña de una obra de revisión histórica dedicada a ellos. Miguel Muñoz Rubio, autor que me es conocido por su exhaustiva monografía sobre Renfe, realizada en el cincuentenario de la empresa, dirige un grupo de 18 autores que en dos tomos repasan la historia de estos ferrocarriles que, mal o bien, han resistido hasta la actualidad. Buena pinta tiene, así que habrá que hacerse con ellos.

A finales del siglo XIX fue cuando se pensó en Europa en la vía estrecha como una alternativa económica al ferrocarril de ancho normal. En España se promulgó la Ley de Ferrocarriles Secundarios el 30 de julio de 1904; su propio nombre indica ya la idea que se tenía de ellos. A pesar de que se llegaron a tender más de 5.000 kilómetros de líneas de vía estrecha en España desde el principio tuvieron una gran cantidad de problemas que siempre los mantuvo en precario. A pesar de que se reconocía el valor del servicio prestado, las líneas iban siendo poco a poco abandonadas por las empresas privadas que las explotaban. Tan pronto como en 1926 el Estado tomó cartas en el asunto: ese año se creó la Explotación de Ferrocarriles por el Estado, que se puede considerar como el germen de FEVE.

La EFE se había ido haciendo cargo de nuemerosas líneas de ferrocarril de anchos diversos, pero tras la creación de Renfe, el 11 de julio de 1941, se quedó únicamente con las de ancho distinto al ibérico (la excepción es la línea de Navacerrada, la única de ancho métrico que perteneció a Renfe y hoy al ADIF). Tuvo que pasar casi un cuarto de siglo para que, por el Decreto-Ley de 23 de febrero de 1965, la antigua EFE se convirtiese en el Organismo Autónomo Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE), dependiente del Ministerio de Obras Públicas. Su existencia fue siempre bastante precaria y casi se dedicó más a clausurar líneas que a otra cosa en sus primeros años. Desde 1972 se convirtió en lo que hoy se conoce como Entidad Pública Empresarial y parece que las cosas mejoraron. Se volcó en las líneas del norte de España, con las que daba (y sigue dando) un magnífico servicio, pero desde que con la restauración democrática se establecieron las Comunidades Autónomas, hubo de traspasar a éstas las líneas cuyo trazado estaba íntegramente dentro de sus territorios (especialmente en el País Vasco, Cataluña y Baleares). FEVE hoy explota unos 1.200 kilómetros de líneas, en la cornisa Cantábrica sobre todo y también en Murcia. Ofrece excelentes servicios de cercanías en Santander, Torrelavega, Gijón, Oviedo, Ferrol y Bilbao, un ya famoso tren-hotel de lujo (el Transcantábrico) y servicios regionales de viajeros y transporte de mercancías. Además, protagonizó una "resurrección ferroviaria" de las que ya se ven pocas (¡ay, esas líneas Santander-Mediterráneo, Valladolid-Ariza...!), la de la línea Bilbao-León, una de las más largas (si no la más larga) de Europa.

09 marzo 2006

El tranvía de la Ciudad Universitaria


Es curioso cómo pueden cambiar los gustos. Leyendo a escritores del XIX como Mesonero Romanos, Monlau, Capmany, Madoz o Peñasco y Cambronero, que se ocuparon en mayor o menor medida de la Villa de Madrid, se puede notar el desprecio que sentían por el llamado "barroco castizo", obra de arquitectos como los Churriguera o Pedro de Ribera, que tanto abunda en la capital: las portadas del Hospicio o del cuartel del Conde-Duque, la ermita de la Virgen del Puerto, la iglesia de Montserrat, el puente de Toledo... De "corruptores" eran calificados tales arquitectos y sus obras menospreciadas hasta tal punto que si no pedían su desaparición era para que sirvieran de ejemplo de cómo no se debían hacer las cosas.

Sólo 30 años después de que Peñasco y Cambronero publicasen su libro enciclopédico sobre las calles de Madrid (1889), el mayor cronista que ha tenido la Villa en el siglo XX, Pedro de Répide, ponía las cosas en su sitio y daba su justo valor a una forma de arquitectura tan característica de la Corte.

¿A qué viene esta introducción? Y, sobre todo, ¿qué tiene que ver con los tranvías? Muy sencillo: vivimos una época en la que se está valorando de nuevo la bondad de este medio de transporte limpio, económico y, sobre todo, tan hermoso, después de décadas en las que se le hizo poco a poco desaparecer porque "molestaba" al vehículo privado. Muchas ciudades españolas están volviendo a adoptarlo entre treinta y cuarenta años después de haberlo suprimido. Madrid va a ser una de ellas.

Hay proyectos bastante avanzados para construir "metro ligero" (que es como gustan hoy en día llamar al tranvía los políticos) en la zona oeste, desde Campamento hasta Pozuelo, también en los nuevos barrios del Norte y en los alrededores de lo que hoy es el estadio Vicente Calderón. Incluso hace años se despertaron las esperanzas al ver una extraña explanación que acompañaba la conversión de la antigua carretera de Andalucía en avenida urbana. La presumible vía de travía no era sino un carril para bicicletas.

El caso es que hace muy poco me llamó la atención leer que se estuviese estudiando la vuelta del tranvía a la Ciudad Universitaria. Cuando yo empecé a estudiar aún no funcionaba el metro que hoy abre una de sus bocas frente a mi antigua Facultad. Debíamos ir a Moncloa y allí bien tomar el también desaparecido (más bien "renombrado") 62 ó subir la cuesta andando. Para mí era un paseo más que placentero, porque el camino seguido era precisamente el que en su día recorrió el tranvía del Paraninfo. Atravesar el llamado "puente de Torán" (en la foto, con el mítico "1000") y después ver aún los rieles en el pavimento... Años antes había podido ver el tranvía en acción en una peliculilla de 1961, Margarita se llama mi amor, en la que el tranvía del Paraninfo se convierte en protagonista destacado.

La Ciudad Universitaria es un invento raro, un dar la espalda a la ciudad que se empezó a construir en la época de la dictadura de Primo de Rivera y por iniciativa de Alfonso XIII. Parece ser que "por estética" las autoridades universitarias en principio intentaron evitar que circulasen tranvías por ella. No me resulta extraña la propuesta en una Villa cuyos mandatarios parece que siempre tuvieron manía al tranvía: cuando en 1912 se empezó a construir la Gran Vía ya se planeó que por ella no pasasen; en 1949 se eliminaron de la Puerta del Sol y cada vez se intentó que se alejasen más del centro: las líneas que perduraban en 1972 eran todas periféricas.

Después de la guerra civil la cosa debió de cambiar, la "estética" debió de pasar a un segundo plano; en 1944 se inauguró el servicio, que se mantendría durante más de 23 años, siempre con coches PCC como material móvil (además del experimental "1000" que aparece en la foto). En agosto de 1967 circuló el último tranvía por el puente de Torán y por las vías que llegaban hasta el Paraninfo.

Varios motes recibió este tranvía; según algunas fuentes, los estudiantes lo conocían como el "Pepe", porque al cruzar el puente el traqueteo era temeroso y había que hacer un juego de pies con esa onomatopeya: "pe-pe". Para otros, era la "vaca lechera", pues lucía y tañía una campana. Sea como fuere, el Ayuntamiento no tuvo piedad y lo hizo desaparecer (como iría ocurriendo poco a poco con todas las líneas en los cinco años siguientes).

Ya en 1987 un entusiasta propuso una restauración que careció de eco. Lo curioso es que a finales de 2003 se haya vuelto a anunciar un proyecto en ese sentido. ¿Volveremos a ver los tranvías por la avenida Complutense? Ojalá.

03 marzo 2006

La nostalgia del "granaíno"

Comparto con mi amigo Antonio ("Alkazaba") varias aficiones: la música (aunque en el rey de los instrumentos cojeo un poquito...) y los trenes. (El montañismo lo dejaré para más adelante). Me ha pasado un texto sobre algunas líneas desaparecidas en su tierra que considero muy interesante y que voy a reproducir con su permiso:

Uno de los lugares comunes del granaíno es su nostalgia... pero ¿nostalgia de qué?... es como una cosa de niño traumatizao, o bien de lo que pudo llegar a ser y no fué... a ver si me explico.

Hay cosas que a lo largo del tiempo siempre tienen una eficacia inusitada en removernos las tripas a los granaínos, para bueno o para malo, son ya casi de la memoria colectiva, muchos ni las hemos vivido o muy de refilón, pero es muy difícil resistirse a ese morbo.

Voy a tocar puntualmente dos de ellas, tienen tema común. Ha sido una reclamación que se pierde en los tiempos (vamos, ya hace un siglo) que el puerto de Motril tuviera conexión ferroviaria. 70 kilómetros separan la capital de su costa, y lo más que llegó a hacerse como parte de ese proyecto fue un ferrocarril de vía estrecha que llegó hasta Dúrcal y fue clausurado en los años 70. Como nunca le metieron mano a completar lo restante, se ideó un cable para el transporte de mercancías en ese trayecto. El asunto salta cada X años a los medios de comunicación, y ya tocaba: la Junta de Andalucía vuelve a remover nuestros fantasmas y anuncia su próxima inclusión en el plan de ordenación del territorio. Los granaínos ya estamos tan aburrios que miramos el titular con desdén y decimos "si, la polla". Vamos, que no lo verán mis ojos, como igualmente me va a pillar anciano el metro ligero por el que llevan años peleándose Junta y Ayuntamiento. Los granadinos hemos dado unas cuantas muestras ejemplares de solidaridad saliendo a la calle de forma multitudinaria cuando algunos hechos han rebasado lo admisible ¿no iría siendo hora de convocar una macro-mani por la cantidad de veces que nos han engañado?


Página dedicada a la antigua Red de Tranvías de Granada

La otra cuestión también va sobre raíles, pero esta ya muy asumido que forma parte del recuerdo colectivo de tipo romántico. El añorado "Tranvía de la Sierra", un modesto vía estrecha que se adentraba en el macizo por un itinerario de lo más pintoresco. Tengo a medias un escrito sobre asunto que ya les pondré. El pequeño ferrocarril llegaba un poco más allá de la serrana localidad de Güejar Sierra, era bastante deficitario y no daba una solución al asunto del turismo de esquí (hubo eso sí, un magnífico proyecto para solucionar ese escollo.... también en el cajón del olvido). Vamos, en general a los granadinos les importaba un pimiento, salvo para esporádicos domingueos en el paraje denominado "El Charcón"... claro, eso hasta que fue claururado por la construcción del embalse de Canales (que sumergió la más bonita parte del trazado bajo las aguas y el pueblo que le da nombre). Desde entonces también es cosas recurrente acudir a su recuerdo y mover el fantasma de su resurrección... Mientras tanto, los coches transitan por parte del trayecto que hay entre Güéjar Sierra y el Barranco de San Juan, ensuciando con su presencia parajes por los que nunca debieron rodar sus ruedas.







Un articulito sobre el "Tranvía de la Sierra"

25 febrero 2006

La 333



No todo va a ser hablar de vías verdes, lamentarse por líneas clausuradas o hablar del AVE. También está el material móvil. La locomotora diésel-eléctrica de la serie 333 es sin duda mi favorita. Es más, es la única que tengo en escala HO, aunque no con la vieja librea verde con dos rayas amarillas de RENFE, como en la foto, sino en la versión amarilla-gris. Esta importante serie de locomotoras diésel están empezando a jubilarse, si bien muchas de ellas están siendo transformadas radicalmente para seguir dando servicio.

Las 333 están basadas en el modelo GM 26-T de General Motors y se fabricaron bajo licencia de esta empresa estadounidense y de la sueca Nohab. Empezaron a entregarse a RENFE en 1974, para sustituir a las malhadadas 340 (ex 4000) y llegaron a ser hasta 93. Los constructores fueron la propia General Motors, MACOSA y la mítica Maquinista Terrestre y Marítima. Su disposición de ejes es Co'Co' y llegan a tener 3.350 caballos de potencia. Su misión fue (y aún es) remolcar trenes tanto de viajeros como de mercancías por la red no electrificada.

Cuando finalmente desaparezcan del todo, se echará de menos ese pitido peculiar que a todos los aficionados nos anuncia su proximidad... Quizá cuando aparezcan las 333 modificadas, de diseño mucho más vanguardista (a mí me recuerdan algo a la célebre "Gato Montés", la 269.604) tengamos cierto consuelo...

24 febrero 2006