Dos de mis pasiones hay veces que se aúnan. Antonín Dvorák era un amante del ferrocarril y en muchas ocasiones se acercaba a las estaciones simplemente para ver los trenes. Arthur Honegger escribió la que tal vez sea la pieza músico-ferroviaria más famosa: Pacific 231. Pero si tuviera que elegir un fragmento musical que me resulte especialmente evocador y bello, sería O trenzinho do caipira, de Heitor Villa-Lobos.
Es el cuarto movimiento de su Bachiana brasileira nº 2, compuesta en 1930. Nos describe con un gran realismo y con enorme gracia y cariño el fatigado camino de un pequeño tren rural brasileño. Un tren que podía ser semejante al de la foto, que llega a la estación de Limeira y está siendo inmortalizado por un fotógrafo anónimo en algún año de la década de 1910. Lo recomiendo a todos los amantes del ferrocarril: disfrutarán de un nostálgico y hermoso viaje acompañado de ritmos tropicales (sí, la música llamada "clásica" a veces tiene mucho ritmo y "marcha").
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